miércoles, 30 de diciembre de 2009

Cuento de Navidad 2009

Hola amigos. Casi casi me ganan el hastío y el cansancio y se van la navidad, el año nuevo y reyes del 2010 sin poder saludarlos con mi cuento. Pero hay alguna voz (esperá un poco que ya entrás en la historiao –es mi burro que está ansioso-). Perdón, me corrijo. Hay muchas voces que me alientan a escribir este cuento a modo de saludo navideño, aunque les llegue por año nuevo o por Reyes.
Este año el 8 de diciembre fue muy difícil para mí. En realidad fue difícil todo el año. Tuve momentos muy duros, que no les voy a volver a contar. Por eso, la verdad es que sólo por eso, por tanto agotamiento no tenía ganas de escribir un mensaje esperanzado.

Y eso es lo que acordé con mi Belén. Cuando salieron de su caja el 8 de diciembre, esta vez rápidamente, apenas le puse el cascabel, el moño de terciopelo rojo y el pico dorado a mi árbol, les dije: “muchachos todo bien con ustedes, bien mi espíritu navideño, mejor de los golpes del año …. Pero no me pidan que escriba porque no tengo energías”. No saben la cara de mi Burro (viste ya entraste como protagonista), pero increíblemente me demostró su capacidad de tolerancia y comprensión porque me dijo:

- Mirá rubia, si no da…. No da. Tranquila. Tenemos todo un mes para darnos fuerzas entre todos.

Quedé tiesa, no me lo imaginaba tan contenedor. Pero hoy….. 28 de diciembre, entiendo un poco más. Creo saber lo qué pasó. Sospecho que mi Burro, como todo mi Belén, es sabio. Me conocen. Y tienen puesto mucho de mí. Así que dejaron, mientras tomaban tranquilitos el sol que les entra por la ventana, pasar los días porque sabían que no iba a dejar pasar una Navidad sin saludarlos.
Todos estos días, desde el 8 de diciembre, nos juntamos un ratito y nos pasamos las noticias del año. Yo les conté todo lo que pasó. En realidad, sabía que no necesitaba contarles nada. A esta altura ya sé que me acompañan a diario. No sé qué pasará con sus Belenes; pero el mío está reintegrado.

Claro, que desde el 8 de diciembre que vengo charlando con ellos. La verdad, no nos merecemos ni ellos, ni yo, ni ustedes (los que sé que les gusta recibir mi cuento) pasar por alto una navidad.

¡Dale, dale!. Poneles lo del cumpleaños al niñito….. dijo la vaca que, de repente estaba detrás de mi laptop… ni idea cómo llegó hasta ahí.
¡Nooo¡ Preguntales primero si pusieron su carta en los zapatos el año pasado. Dijeron los reyes, asomándose detrás del termo del mate.
¡La dejan en paz! Dijo José, haciendo zapping con el control remoto de la tele.
Los únicos que sólo esperaban eran…. María y Jesús, que me hicieron un ok con sus manitos cuando me senté a escribir esta historia, desde los sillones del living.
Momento, momento. Dijo el Burro. Acá el que más hizo porque este cuento se haga letra fui yo, así que yo pido primero.

Confusa… muy confusa y recansada, porque eran como las 3 de la mañana, dije: Pueden explicarme por qué no están en la ventana….. qué hacen acá en la mesa de mi cocina???

¡FES-TE-JA-MOS! Dijeron a coro!!!
Festejan???
Claro, no vez que te pusiste a escribir!! Viste, rubia!!! Siempre hay algo para decir, o no?

La verdad es que sí. Les dije. Sería interesante que me dejen pensar un poco, porque así no puedo articular palabra.
¡Noooo! Dijo el Burro. Este te lo dictamos nosotros.
Dale, copiá lo que te dicto. El Burro empezó a dictar y yo a escribir:

Resulta que nuestra amiga Ale tuvo un año complicado. Muy duro. Y como a todos, le pesa más lo difícil, que lo bueno, lo que aliviana. Así que nosotros la estuvimos ayudando todos estos días con un trabajito fino, que llamara a la reflexión y hoy empezó a pensar que no estuvo tan mal.
Se reencontró con sus amigas de la secundaria. Claro, cada cual con su vida. Cada una con sus logros. Todas geniales. Tuvo rupturas, tuvo enfermedades, tuvo encuentros y desencuentros. Vió y acompañó crecer a Thiaguito. Nació su ahijada Regina. Se reencontró con sus compañeros de la universidad, y así y todo…..
JA, JA, JA. Pará Burro, Ale escribe mejor. Lo que estás dictando parece una receta de cocina light, le gritaron los reyes, que se caían de sueño, pero disfrutaban burlarse del burro!!!

¡Qué cancheros! ¿Cómo quieren que empiece? Había una vez… una rubia que se llamaba Ale, vivía en Avellaneda y tenía un Belén ES-PEC-TA-CU-LAR cuyo Burro intentaba rescatar el espíritu navideño?? Y que venía muy bien hasta que tres reyes dormidos lo INTERRUMPIERON???
De repente, no me van a creer pero así fue, llegó María. Caminaba por el living y se llegó a la cocina con Jesús en brazos, esquivando las torpes patitas de Gala y acomodándose (como habrán notado que es su costumbre) el velo. Me miró, nos miró a cada uno, le pasó el bebito a José, y dijo: Ale, en pocas palabras poné lo que todos sabemos que querés contar. Y basta. El bebe se despertó por tanto barullo. Ustedes son muy escandalosos y no se organizan. Se puede decir con pocas palabras muchas cosas. Así que dale, arrancá que voy leyendo mientras escribís!
Qué tal María, eh!!! Nos puso los puntos a todos, dijo el Burro.

Así, amigos retomo todo lo que ya escribió el Burro, que es verdad. Menciono que sé que muchos de ustedes tuvieron un año muy duro, muy triste. Muchos de mis más cercanos amigos la pasaron y la están pasando feas. Y admito y comparto con ustedes que no quiero quedarme sólo con lo que me causó dolor a mí, sino pensar en el de todos ustedes.

Pero quiero hablar de otras cosas que por ese mismo dolor descubrí. Me encontré bastante conmigo. Me reconforté. Encontré manos tendidas que esperaba que estuvieran y otras manos tendidas que me sorprendieron. Les agradezco a todas esas manos. Me descubrí capaz de hablar de mí. De forma directa. Me descubrí capaz de pedir ayuda. Y de estar dispuesta a recibirla. Me descubrí capaz de decir gracias. Y capaz de no decir gracias. Me alegro si lo dije, perdón si no lo hice, a cada uno de los que estuvieron cerca. Lloré. Lloré como loca. Lloré de tristeza, de bronca, de impotencia, de emoción, de alegría, de risa. Y me reí. Me reí de mí. Me reí con otros. Me reí de nervios. Me reí hasta las lágrimas.

Recordé que la vida es eso. Cosas buenas, malas, dolorosas, alegres, geniales, mediocres. Pero que todas hacen cada día. Y gracias a Dios y a la vida por eso. Descubrí lo importante que es un gran amor. Descubrí el agujero que genera su ausencia. Pero entendí que con un gran amor no alcanza si no se piensa en construir algo que lo trascienda.
Recordé que el amor de los chicos es el más puro, el más intacto, sin contaminaciones. Gracias Thiago, Juan, José, Regina, Julieta. Perdón si olvido alguno de los que me enseñan a ser tía y que me recuerdan lo hermoso que es ser niño y me permiten quererlos y malcriarlos.

Descubrí que no está bien esperar que te den una mano, mucho menos si nunca la pedís o demostras que la necesitas. Y sentí lo maravilloso que te la den cuando la pedís y también cuando no se te ocurrió pedirla. Gracias familia por sus abrazos. Gracias amigos por las caricias.

Descubrí que el facebook a veces es un vicio, otras un buen analgésico y otras una gran ventana donde hay otros que pasan por lo mismo que uno, o que están asomados mirándote y sólo por eso también te tienden la mano. Seguí coleccionando zapatos. A mitad de año, me enojé con ellos porque no supe para dónde me podían si decidía sacarlos a caminar un rato. Hoy son bienvenidos nuevamente. Me prometí hacer un catálogo para encontrarlos cuando los quiera usar. Creí, descreí, me enojé, repauté, me amigué con mi trabajo y con los sueños que representa. Me enojé, y me amigué con la escuela, con el aula, con las compus, con los libros, con la universidad.

Descubrí que hay mucho por hacer. Y que es difícil saber por dónde arrancar.
Descubrí más cosas de mis grandes amigas. Gracias por eso.
Descubrí que es hermoso decirse Feliz Navidad, cantar el feliz cumpleaños al niño Jesús y ver cómo mi sobrino de 3 años y mi mamá, juntos, lo acomodan en el Belén debajo del árbol, mucho antes de pensar en Papá Noel. Y me miré los ojos ilusionados de Thiago, que se reflejaron en los de sus abuelos y sus papás, al ver la bolsa de regalos que dejó pasar por la ventana. Aún con el dolor porque parte de la familia estuviera ausente.

Y no sé qué más decir….

Tranquila, que vas rebien, dijo María.

Hey… venías leyendo de verdad?

¡Claro! Qué creés? Bah, en realidad venimos todos y cada uno dictando un poquito.
Bueno, creen todos ustedes, mi amado Belén: mi Niño, mi María, mi José, Mi Vaca, Mi burro, Mis Reyes, que ya puedo despedirme? Que lo que escribí es importante? O lo tiene que revisar algún redactor en jefe? Le guiñé un ojo al niño.
Y mirá (el Burro, claro) como te retrasaste tanto este año, yo cerraría con un brindis para la Noche Vieja y el año nuevo, no te parece?

Sí, Burro. Me parece que sí!

Amigos. Copa en mano les digo que mi brindis para pasar de Noche Vieja a Año Nuevo 2010 es una invitación a descubrir, descubrirnos a nosotros y al otro, a pedir, a agradecer, a aceptar. A tratar de ser mejores. Y a aguantarnos cuando no podemos serlo. A creer en los sueños. Y por creer, a ponerse a soñar. A tener esperanzas y a esperar cuando estamos desesperanzados. A creer en lo que hacemos. Pero también a contrastar si lo que hacemos vale la pena. Y si no es así dejarlo y arrancar con otra cosa. A que se sube y se baja. Pero que no siempre se baja cuando estás en la cima, ni se sube cuando estás en el pozo. Hay atajos para una cosa y para la otra. A sorprenderse, a estar atentos a las sorpresas. A decir, a contar, a mostrarse. A tratar de ver cuándo tener la mano. A estar a la altura de las circunstancias de los que nos ayudaron y a olvidarse cuáles serían las circunstancias de los que nos negaron la mano, o de los que nos mintieron o de esos que no supieron saber o no pudieron poder. A saber que como sea… siempre hay algo para decir, bastante para olvidar, y mucho por lo que brindar.

Feliz año Nuevo, Feliz 2010.


Por suerte otra vez, escribiéndoles en compañía de Gala y de mi Belén.
Un saludo especial de mi Burro, que insiste en que les diga que la historia
continuará, año a año. Y que si quieren conocer las historias
anteriores nos avisen
(pará Burro, no será muy pretencioso?). Hablá por vos, porque yo
de pretencioso no tengo nada, rubia.


Alejandra Santos
28 de diciembre 2009

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Alejandra Santos - Ingeniera en Sistemas de Información. Especialista en Tecnologías para la Educación. Directora del Ciclo de Licenciatura en TICs aplicadas a la Educación. Desarrolladora de Contenidos digitales educativos.